viernes, 25 de septiembre de 2009

SI EL NORTE FUERA EL SUR

NADAISMO

Nadaísmo

El Nadaísmo, es una corriente filosófica y literaria que nace en la decada de los años sesenta en Colombia, como respuesta a la imposición cultural del academicismo en la mayoría de los estamentos políticos, sociales y religiosos. En Nadaísmo coincide con varios movimientos vanguardistas que se desarrollaban al compas de música con contenido social, vestimentas informales, teatro callejero y una experimental expresión pictórica de color y formas. Mas que todo, el Nadaísmo como corriente vanguardista es una interpretación de la existencia humana.
Hay quienes ven en el Nadaismo la interpretación latina del Existencialismo, movimiento filosófico que trata de fundar el conocimiento de toda realidad sobre la experiencia inmediata de la existencia propia.

Gonzalo Arango (1931-1976) fue su principal impulsor, y en torno a su discurso se situaron jóvenes como: German Espinosa, Eduardo Gómez, Jaime Jaramillo Escobar, Mario Rivero, José M Arango y muchos otros, que con diferentes propuestas culturales enriquecieron el movimiento. Un desgraciado accidente de automovilismo segó la vida de Arango y de varios de sus compañeros, dejando huerfana e inconclusa su obra.


RUEGO A NZAME

Dame una palabra antigua para ir a Angbala,
con mi atado de ideas sobre la cabeza.
Quiero echarlas a ahogar al agua.

Una palabra que me sirva para volverme negro,
quedarme el día entero debajo de una palma.
Y olvidarme de todo a la orilla del agua.

Dame una palabra antigua para volver a Angbala,
la más vieja de todas, la palabra más sabia.
Una que sea tan honda, como el pez en el agua.

¡Quiero volver a Angbala!

Jaime Jaramillo Escobar



AMANECER

Mi soledad huele a húmeda sombra
La noche de las brujas se esconde en los tupidos bosques
Bajo las alfombras agonizan los gnomos
Mis brazos están todavía curvados por tu cuerpo.
Recomienza la vigilia y renace la muerte.

Alguien camina sin rumbo soñando con un pan
Anochece el día de las bombillas rojas en los sótanos
El crepúsculo perpetuo de las grandes fábricas se toma sonoro como un río
Un niño desnudo contempla los frutos del huerto
El día galopa como un caballo blanco
La luz implacable persigue tu recuerdo hasta aplastarlo
Contra los rascacielos deslumbrantes reclinados contra el cielo.

Eduardo Gómez



EN LA EDAD SOMBRÍA

somos los hombres al borde del abismo
somos los hombres de la edad sombría
somos los hombres al borde del abismo
donde siempre hemos estado y estaremos
y no es abismo sino pantano espeso
somos los hombres de la edad sombría
más cerca del fin y lejos del principio
y no es abismo sino pantano espeso
donde siempre hemos estado y estaremos
hundiéndonos cada vez más hondo
en la densa manigua de la edad sombría.

Nicolás Suescun

capitalismo salvaje y globalizacion en la periferia...

Filosofía, Cultura y Sociedad

Capitalismo Salvaje y Globalización en la Periferia. Reflexiones en torno a La Ciudad de la Alegría



--------------------------------------------------------------------------------

Por Gerardo Blas
Número 43

Los países de Oriente se han puesto nuevamente en la mira de los medios y de los organismos internacionales. Los tsunamis de diciembre pasado han revelado otra vez las grandes carencias y desigualdades que pesan sobre amplios sectores de la población de países como Tailandia, Indonesia, India. Carencias que se han vuelto más graves por la destrucción provocada por estos fenómenos naturales. Tal pareciera que la naturaleza se ensaña con los que ya de por sí padecen problemas añejos. La ayuda organizada está fluyendo para aliviar en algo este gran golpe a la población de esa región del planeta. Y ante esto surgen varias preguntas. Una de ellas gira en torno al porqué la solidaridad internacional sólo se expresa en situaciones de desastre evidente. No quiero decir con esto que no debiera solidarizarse el mundo ante países que sufren una desgracia de este tipo. Lo que quiero transmitir es ¿por qué no se buscan mecanismos de solidaridad más amplios que no sólo incluyan ayuda de emergencia ante grandes desastres sino también a paliar situaciones de atraso y miseria que parecieran inherentes a los proyectos de desarrollo capitalista? ¿Quién ayuda a los damnificados del desarrollo?

Precisamente, a partir de esta inquietud es que quiero realizar algunos comentarios tomando como pretexto una novela de Dominique Lapierre, La Ciudad de la Alegría, la cual, como sucede con toda buena novela-documento, puede ser comentada desde distintos puntos de vista. Desde un enfoque humano y filosófico es una obra que nos llama la atención acerca de la solidaridad humana en tiempos críticos y acerca de la búsqueda de la felicidad más allá del éxito económico y la posesión de bienes materiales.

La gente que Dominique Lapierre describe en esta obra es gente pobre –pobrísima– pero feliz en un sentido que no se encuentra fácilmente en los barrios altos o medios de otros países más prósperos. La supervivencia se convierte en una hazaña cotidiana para los pobladores de los numerosos barrios pobres de la India, protagonistas múltiples de este texto de Lapierre. Pero la hazaña de la supervivencia en lugares como los slum de Calcuta, es compartida por personas que, debido a nobles sentimientos e ideales elevados, elige vivir entre los desheredados del mundo y compartir con ellos sus dichas e infortunios, aun teniendo la posibilidad de vivir cómodamente en sus lugares de origen. Tales son los casos del médico norteamericano (Max Loeb) originario de Miami, del sacerdote Paul Lambert que llegó de Francia, así como de la figura magna e increíble de la Madre Teresa.

Desde un punto de vista sociológico e histórico el ambiente que describe el autor es el de un país tercermundista (la India de los años posteriores a la segunda guerra mundial) que intenta adaptarse al mundo moderno y paga caro el intento, tal como ha sucedido a otros países pobres, que además han padecido la explotación colonialista en su suelo.

Lapierre nos cuenta del gradual empobrecimiento de las familias rurales indias y su consecuente emigración a las grandes ciudades, en donde hace tiempo ya se ha terminado el sueño de la riqueza posible. Con este proceso se da también la desarticulación de los grandes núcleos familiares, rurales y tradicionales, que pasan a convertirse sólo en una referencia nostálgica de los individuos, envueltos en las relaciones sociales y laborales del mundo moderno. Describe, pues, la trágica e inevitable confrontación entre el campo y la ciudad, en donde el eterno perdedor es el campo atrasado, arrastrando a gran parte de la sociedad en este proceso.

En este mundo que transita entre la tradición y la modernidad, que vive simultáneamente entre el progreso y el atraso, es fácil encontrar situaciones de drama humano que representa esta lucha entre diversas maneras de concebir la economía y las relaciones sociales, como cuando nos narra la llegada de los productos de plástico a una aldea hindú, hecho que asesta un golpe mortal al alfarero del pueblo, y destruye tanto una economía familiar, como una serie de relaciones entre los habitantes de un pueblo y su alfarero, pues hay que recordar que en la sociedad tradicional hindú un determinado oficio se practica hereditariamente, de acuerdo a la casta, y así un oficio importante deja de existir por la competencia de los productos elaborados en serie en las fábricas de las ciudades.

El recuento de los horrores del capitalismo salvaje puesto a la práctica en este país alcanza niveles de barbarie, como el trabajo infantil, mal pagado y sobreexplotado; la venta de la propia sangre para malcomer unos cuantos días, o la comercialización clandestina de infantes, órganos humanos y placeres sensuales, cuya cuota más alta es aportada por las clases más míseras y depauperadas. Sumado a esto tenemos la corrupción policíaca y burocrática, el estancamiento económico y los desastres naturales –monzones, sequías, agréguense tsunamis – que hacen que la sociedad india se vea atrapada ocasionalmente por problemas que parecen no tener solución.

La convivencia entre grupos sociales que practican credos diferentes, con costumbres diversas y cosmovisiones distintas, es otra pincelada del mundo de la India que brinda el autor. A pesar del gran trauma de la partición –y quizá por eso mismo– la sociedad hindú ha aprendido, al menos en los barrios bajos donde vive la gente común, a ser tolerante con su vecino próximo, sea musulmán, hindú, budista, judío o cristiano.

Son también dignos de analizarse los altos contrastes existentes en este país. Uno no deja de sorprenderse ante el hecho de que mientras gran cantidad de personas pasan hambre y carecen de servicios básicos, el gobierno sea capaz de gastar fuertes sumas de dinero para obtener una bomba nuclear, o que en lujosos hospitales se afanen por obtener niños de probeta, mientras que en las calles de las grandes urbes la realidad pareciera indicar que si hay algo que sobra son, precisamente, los niños, en un país asolado por la sobrepoblación, en el cual los infantes mueren cada día por problemas de desnutrición o la carencia de un buen sistema de salud.

En estos inicios de año se realizaron las reuniones globales de Davos, Suiza, y de Porto Alegre, Brasil. No deben olvidarse las ventajas del capitalismo global, pero no hay que olvidar su lado salvaje, sobre todo en los países que continúan formando parte de lo que alguna vez se consideró la periferia.


--------------------------------------------------------------------------------
Mtro. Gerardo Blas Segura
Profesor del Departamento de Estudios Sociales y Relaciones Internacionales del Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México, México.
Columnas anteriores

capitalismo salvaje

Capitalismo Salvaje
Por: Roxana Pacheco
Fecha de publicación: 07/07/06

imprímelo mándaselo a
tus panas

El monopolio internacional de la economía, el capital financiero, la banca internacional, la concentración de las riquezas son la base estructural del fenómeno político conocido como imperialismo, que se ha desarrollado en medio del derramamiento de sangre producto de múltiples guerras e invasiones encabezadas principalmente por los Estados Unidos de Norteamerica, para de esa forma imponer su criterio y colocar el capital financiero por encima del hombre.

Hoy el capitalismo neoliberal salvaje máxima expresión del imperialismo moderno, pretende mantener su hegemonía a consta de cualquier precio con tal de mantener bajo su imperio a los países conocidos como tercer mundo, naciones que fueron dominadas políticamente y explotados económicamente por los países desarrollados, en especial por los Estados Unidos de Norteamérica, gracias a los gobiernos complacientes y serviles de turno que concedían y conceden cualquier cantidad de facilidades al capitalismo foráneo, que se apodero de las riquezas de los estados latinoamericanos saqueando todo a su paso, hasta llevar casi a la ruina a algunos como lo fue el caso reciente de Argentina.

Los Estados Unidos han considerado siempre que son el centro del planeta, que son los que tienen el derecho de hacer y deshacer a su antojo en el resto del mundo. Recordemos posiciones que aun hoy son aplicadas por los yankies, como por ejemplo lo expuesto por Richard Olney, quien fuera Secretario de Estado del Presidente Cleveland, quien decía “Estados Unidos gozan de derechos soberanos sobre el continente americano y su voluntad tiene la fuerza de ley en la materia a que llevan su acción”; y la posición del también Presidente de Estados Unidos Teodoro Roosevelt, quien aseveraba que ellos podían ejercer un poder de policía internacional, en caso de que en América se hiciera necesaria su intervención.

Entonces no nos extrañe la aptitud de George Busch y su Secretaria de Estado Condoleezza Rice, cuando hacen la propuesta ante la Organización de Estados Americanos (OEA), de intervenir en una nación cuando ellos consideren que la democracia esta en riesgo, dándole la posibilidad de intervenir incluso sin el consentimiento del gobierno de la nación supuestamente en problemas. Esa ha sido la conducta de los EEUU, a lo largo de los siglos XIX; XX y hoy. Ellos no han cambiado, pero el resto de Latinoamérica si, de allí las sucesivas y contundentes derrotas que ha recibido la política internacional de los EEUU.

Es por ello que los factores que apoyamos el proceso liderizado por el Presidente Chávez debemos estar siempre atentos a la política que EEUU, pretende imponer entre otras con la intención de intervenir en Venezuela y así regresar a los gobiernos complacientes y títeres del pasado, la respuesta la unidad de todos los revolucionarios..
Articulo leido aproximadamente 18543 veces
Roxana
Pacheco

viernes, 4 de septiembre de 2009

video

EL CAPITALISMO

El capitalismo es un sistema económico cerrado de explotación. Se basa en tres elementos fundamentales que solo pueden ser ejercidos por la burguesía: La propiedad privada, la acumulación de riquezas y el libre comercio de vidas, bienes y servicios. Las relaciones sociales se desarrollan en torno a los medios de producción, alrededor de los cuales se generan dos clases sociales totalmente diferentes por la desigualdad social que reina en el sistema; La burguesía y el proletariado.

La burguesía es la clase explotadora. Dueña de la mayor parte de los medios de producción; a costa de la plusvalía producida por millones de trabajadores en el mundo y la monopolización a escala mundial de los campos económicos más fructíferos de la sociedad. Es una clase arribista que no conoce la necesidad del pueblo, que centraliza el poder y manipula el estado. Se vale de aparatos ideológicos como la iglesia y los medios de comunicación para alienar al pueblo y desarrollar su apurada carrera expansionista sin importar el coste ambiental y social.

El símbolo más preponderante de la burguesía está constituido por el empresario burgués. Típico representante de su especie: un hombre exitoso a costa del trabajo del pueblo, Un personaje “elegante y responsable”; que toma riesgos sin importarle las nefastas consecuencias en el ámbito social, un individuo dotado de inteligencia que quiere conquistar todos los mercados mundiales y de paso destruir la naturaleza, un “pequeño imperialista glotón” que quiere apoderarse del mundo constituyendo inmensas multinacionales, que destruyen nuestra soberanía nacional, exterminan a los pequeños comerciantes de nuestros pueblos y contaminan nuestra pluralidad original. Un gran cuadro digno de todo el reconocimiento mundial por su estupidez y ambición, digno de ocupar las portadas de las revistas más “importantes y prestigiosas” del mundo donde se destacan sus escándalos y derroches de fortuna, mientras miles de niños mueren todos los días de hambre en el mundo. Todo un modelo a seguir por parte del burdo sistema imperial.

Por otra parte se encuentra el proletariado, la clase explotada. Conformada por millones de trabajadores que constituyen la mayor parte de la población mundial: Niños, obreros y campesinos; Hijos del pueblo, que lastimosamente se han convertido en esclavos del sistema. Hombres y mujeres, que pagan su condena como almas en pena, día tras día en las grandes fabricas, empresas y multinacionales, que no ven mas allá de sus propios intereses, y que lo único que valoran de sus vidas es su fuerza de trabajo; lo que finalmente los convierte en explotados o desechados del sistema.

El proletariado es nuestro pueblo, que siempre ha estado oprimido y explotado, sujeto a las cadenas de la pobreza y el subdesarrollo, sumiso ante su propia realidad a causa de la represión militar, que hoy en día llega a ser más peligrosa que la insurgente; esta sociedad de trabajadores que todos los días es humillada, controlada y sistematizada, por el estado.

El proletariado es este mismo pueblo que unos pocos han pintado a blanco y negro, el mismo que todos los días sobrevive prestando en un lado y prestando en el otro, dilatando heroicamente el miserable salario mínimo que no alcanza ni siquiera a cubrir el precio de una decente canasta familiar, pero que según las maquilladas cifras de los medios alcanza para esta vida y para la otra. Este mismo pueblo que ve como sus hijos se mueren en la puerta de los hospitales ante la imposibilidad de pagar una gran suma de dinero, ese mismo pueblo que se sume en la ignorancia ante la privatización de sus escuelas y universidades, este pueblo que entrega sus hijos a la guerra por unos pocos pesos, el mismo pueblo que mendiga favores a los políticos que el mismo ha elegido, el mismo pueblo incapaz de levantarse y reclamar lo que es suyo y violentamente se le ha quitado.

La característica más sobresaliente del capitalismo es su marcada desigualdad social. El proletariado es la parte fundamental de este organismo, debido a que esta clase produce millones de mercancías que dejan fluir el dinero, “claro en las altas esferas de la sociedad”. Mientras la producción es colectiva el disfrute de las ganancias es privado. La desigualdad social es fruto de la monopolización de los medios de producción que son el alma en bruto del sistema. Al apoderarse del elemento más importante para adquirir riquezas, la burguesía comienza su carrera imperialista por apoderarse y monopolizar todos los sectores más fructíferos y productivos de la sociedad como: Los medios de comunicación, las grandes empresas de textiles, los supermercados, los bancos, los hospitales, los clubes, entre otros muchos elementos que resultan muy lucrativos para su clase.

Al apoderarse de estos elementos la burguesía se torna cada vez más fuerte en su campo económico base de la conocida pirámide social, se vuelve entonces una clase poderosa e intocable, y comienza a escalar en las altas esferas de la sociedad, entonces va contaminando de corrupción poco a poco la política, las instituciones gubernamentales y finalmente el estado. Aquel que elegimos y que no somos capaces de cuestionar ni de reclamar.

Al constituirse como la clase hegemónica del sistema la burguesía desarrolla una ideología antitética, la moral desaparece, el mundo es un organismo lleno de mercancías y productos, en este sistema todo tiene un precio, las vidas se compran y se venden. Como diría un argentino “si vives sos explotado y si mueres sos remplazado”, la vida tiene precio compras un bebe por unos cuantos pesos y eres asesinado por una gorra y un par de zapatos. El hombre solo es un producto un accidente creado para adorar al nuevo dios, “el dinero” ese por el cual algunos mal nacidos venden a sus madres y a sus hijas, ese nuevo dios que te pinta la felicidad y te consume la vida. Ese falso dios por el que muchos hipócritas han vendido su pueblo, su alma, su vida y su conciencia.

En este sistema tan cuadriculado pero al fin de al cabo sin reglas donde para alcanzar al nuevo dios es necesario pasar por encima de los demás, donde si se quiere amasar una gran fortuna es necesario hacer harina a la sociedad, donde no eres un hombre sos una maquina que produces desde el primer día de tu vida hasta el ultimo día de tus agonías.

JUAN ANDRES ROMERO PRADA…